La meditación ha entrado en la cultura occidental contemporánea.
Algunos están haciendo negocio con ello. Otros se acercan con intenciones nobles. Y casi todos han mantenido esta práctica conectada con marcos culturales que nos son lejanos, incluso incomprensibles.
Tras un tiempo considerable, medido en años, he llegado a la conclusión de que meditar es el acto de confrontar los pensamientos y situaciones que vienen a nuestra consciencia, observando cómo reacciona nuestro cuerpo.
Esto implica que no solo lo puedes hacer en la posición de loto, con un cojín y un ambiente de recogimiento, sino que puedes tener una actitud meditativa en tu día a día. Un modo en el que a la vez que recibes estímulos puedes reflexionar sobre cómo estás procesándolos y qué podría pasar a continuación, sin saltar de forma precipitada a una decisión.
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