Para crecer debemos dejar cosas atrás.
Y para transformarte debes a renunciar a mucho.
Dejarás de ser quien eres para convertirte en una persona distinta. Dicho así parece asumible, incluso lógico. Pero cuando te toca hacerlo, la cosa ya no está tan clara.
Por qué no está claro
La complicación aparece porque esos momentos de gran potencial están rodeados de mucha incertidumbre. No está claro el retorno, y sugen dudas sobre por qué deberías dar un paso al frente.
Un paso que suele ser irreversible.
Puede ser en el trabajo, en tu relación de pareja o con tu familia. Puede ser cómo procesas una emoción, tu relación con la comida o cómo decides tratarte a ti misma desde ese momento.
Lo que define esos momentos no es algo observable desde fuera, sino lo trascendentales que resultan. Sabes que perderás algo de quien eres y no sabes qué ganarás a cambio.
A diferencia de ritos de paso comunes, como un matrimonio o el nacimiento de un hijo, en estas otras situaciones solo intuyes que aquí puede haber un antes y un después.
Debes luchar contra el apego, la comodidad, el hábito de conocerte como eres.
Es una llamada a la aventura [1]. Solo que esa llamada es muy discreta, casi un susurro.
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Destacar que hay aspectos de tu ser que te definen. Partes que consideras irrenunciables, que forman parte de lo más íntimo «esto se viene conmigo». Es lo esencial, lo que te hace ser quien eres. Y es posible que hacer esa cosa lo cambie todo.
El dilema entre ir y no ir.
¿En qué me corvertiré? ¿Cómo será esa futura versión de mí?
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Un ejemplo
Mis brazos siempre han sido algo fuertecitos.
Al principio pensaba que era genético, pero con el tiempo me di cuenta de que son el resultado de hacer pesas sin supervisión cuando era adolescente.
Algunos músculos se acortaron, los hombros se volvieron más rígidos y normalicé una cierta forma de mover los brazos.
Todo eso pasó a ser parte de quien yo era. Me acostumbré a una cierta imagen de mí mismo, a un cierto rango de movimiento, a mi capacidad de hacer fuerza.
Pero décadas después he descubierto que puedo cambiar esa configuración de los hombros. Hay todo un campo de conocimiento, métodos, herramientas y filosofías para el buen uso del cuerpo. [2]
He comprobado que puedo ganar elasticidad y rango de movimiento, y que el precio a pagar es que los brazos sean menos voluminosos.
He decidido ir adelante con ello, aunque deje de ser quien he sido.