Llevamos siglos dibujando el cuerpo.
Desde los bocetos primitivos en una caverna hasta modelos digitales de realidad aumentada, el ser humano se ha representado a si mismo desde cualquier punto de vista.
Hemos mapeado arterias y venas, huesos, fascias, nervios, tendones… Cada cosa en su lugar.
A escalas cada vez más pequeñas hemos identificado órganos y células, hasta llegar al genoma. Y a escalas cada vez más grandes, hemos ido ubicándonos en el universo.
Todo bien, no será por mapas.
Pero, ¿qué hay de nosotros mismos? ¿Qué nos guía a la hora de conocernos mejor, de actuar sobre nosotros mismos?
No me refiero a preparar una intervención quirúrgica, sino a representar cómo nos vemos a nosotros mismos. Cómo nos percibimos. Cómo nos sentimos. Cosas que son importantes para nuestra persona, y difícilmente para nadie más.
Aunque no nos demos cuenta, cuando usamos nuestro cuerpo recibimos un enorme caudal de información:
— ¿Qué siento cuando subo una escalera?
— ¿Qué pensamientos me vienen si aguanto mucho rato la respiración?
— Ese punto doloroso, ¿lo noto conectado con otra parte de mi cuerpo?
— ¿Cómo reacciono cuando paso por un lugar que me asusta (futuro enlace)?
Más allá de un diario clásico… ¿cómo sería una visualización de lo que nos hace ser nosotros mismos? ¿Un modelo en el que poder señalar aspectos físicos, mentales y emocionales que nos parecen importantes, y las relaciones entre ellos? ¿Una herramienta que nos permitiese conocernos mejor? ¿Algo con lo que registrar cómo respondemos a lo que aquel profesional de la salud nos está haciendo
Esto lo sabe bien quien sufre fibromialgia, dolor crónico y síndromes parecidos.
Yo he estado entre ellos.
Durante más de 15 años seguí un proceso de auto-tratamiento para liberarme de un síndrome de dolor miofascial [1] que apareció a raíz de una lesión deportiva, y que llegó a complicarme enormemente la vida.
En ese tiempo observé atentamente mi cuerpo cada momento del día. Analicé cómo me afectaba el movimiento, el resultado de cada sesión de fisioterapia, mis estados mentales y emocionales, o incluso en qué medida cómo me encuentraba tenía relación con mi marco de crianza y, en esencia quién soy.
Mi episodio doloroso (literalmente) ha quedado atrás, pero he mantenido el hábito de una observación detallada y cuidadosa de cómo me siento en cada momento.
Adonde ir desde aquí
¿Sabes que uno de los indicadores de tensión general (futuro enlace) de tu cuerpo está en tu boca?
Puedes leer más sobre Feldenkrais, un marco de referencia para el buen que explora la conexión entre identidad, madurez, postura, dolor y otros muchos conceptos interesantes (futuro enlace).
Si el tema de los modelos complejos del cuerpo humano te ha llamado la atención, te recomiendo el libro Playing with Movement, de Todd Hargrove, quien plantea un modelo para el movimiento saludable (futuro enlace) basado en ocho elementos.
También puedes explorar la notación Laban, que sirve para representar el movimiento humano. Es parte de la colección de modelos, metáforas y analogías (futuro enlace).