Cruzar los brazos

El objetivo de este experimento es comprobar cómo nuestro cerebro, en su búsqueda de la eficiencia y la conservación de la energía, favorece los marcos de referencia con los que está familiarizado y evita la incomodidad.

Qué hacer

Paso 1. Pónte de pie y cruza los brazos con normalidad. Haz un par de respiraciones y conecta con la postura. Observa las sensaciones (o la ausencia de ellas). ¿Sientes tensión en algún lugar? ¿Hay algo fuera de lo común?

Paso 2. Cruza los brazos en el sentido opuesto. Es posible que dudes de que hay otra forma de cruzarlos, pero fíjate en que en la postura que tenías un brazo pasa por encima del otro. Se trata de hacerlo al revés.

Paso 3. Observa cómo te sientes. ¿Hay tensión? ¿Incomodidad? ¿Rareza? No es seguro al 100%, pero la mayoría de personas encuentran incómoda esta nueva posición de los brazos. Nuestra mente nos está desanimando, principalmente por la falta de familiaridad con ella.

Para reflexionar

¿En cuántas situaciones nuestro cerebro nos está desanimando de una forma imperceptible?  ¿Nos estamos perdiendo oportunidades interesantes al favorecer inconscientemente la comodidad?

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